¿Echar un polvo? Esto es algo que tenía pensado publicar hace ya varios años (de hecho lo tenía apuntado en una nota en mi primer iPhone que hice hace unos cinco) pero que todavía no había publicado porque tampoco es algo que me llame mucho la atención, aunque por tacharlo de la lista ahí la dejo tal cual aparece en esta web porque lo iba a explicar yo con mis palabras (pues me acuerdo perfectamente de cada detalle), pero es tontería gastar tiempo cuando ya viene explicado por todo internet de maravilla, así que ahí va tal cual aparece en su fuente ya vinculada:
Echar un polvo…
La expresión ‘echar un polvo’, como forma vulgar para referirse al acto sexual, es un modismo ampliamente utilizado y cuyo origen tiene dividido a los propios expertos en etimología, si bien la mayoría (entre ellos Pancracio Celdrán en su libro ‘Hablar con corrección’) apuestan a que procede de la costumbre, ampliamente extendida en los siglos XVIII y XIX, de consumir entre las clases burguesas y aristocráticas el polvo de tabaco conocido como ‘rapé’.
Este polvo de tabaco era aspirado por vía nasal, por lo que solía provocar molestos estornudos y para ello, los caballeros que lo consumían en las fiestas y reuniones de sociedad, se retiraban a otra estancia con la intención de ‘echarse unos polvos a la nariz’.
Con el tiempo, esa excusa para ausentarse de la reunión comenzó a utilizarse también para poder tener fugaces y apasionados encuentros sexuales con la amante de turno, quien esperaba al fogoso caballero en otra sala.
De ahí que, al convertirse en una práctica común, se acabara aplicándose el término ‘ir a echar un polvo’ al acto sexual y ello propició que cuando dichos caballeros, en uno de esos encuentros fugaces, estaba copulando con su amada y alguien de la reunión preguntaba por su paradero siempre había alguien que respondía que se había ausentado para ‘ir a echar un polvo’.
Pero tal y como indico al inicio del post, el origen de la expresión está dividido, siendo el explicado el más admitido, aunque no podemos obviar la otra versión que, aunque menos extendida, tiene algunos puntos de coherencia en su razonamiento, aunque la falta de enlaces y fuentes me hace tener ciertas dudas de lo explicado por Gabriel Laguna en su blog Tradición Clásica.
Según éste, el término ‘echar un polvo’ no aparece reflejado en ningún diccionario etimológico anterior a 1906, donde se refleja por primera vez en el Diccionario de argot español de Luis Besses (enlace proporcionado a través de una búsqueda mía) en la que dentro de la acepción ‘Cohabitar’ da como resultado: echar un flete, una vaina, un polvo (página 209). Posteriormente aparece en la Enciclopedia Espasa, en su edición de 1922.
La hipótesis de Gabriel Laguna apunta directamente como origen de la expresión ‘echar un polvo’ a la fórmula litúrgica “Memento homo, quia pulvis es, et in pulverem reverteris” (Recuerda hombre, que eres polvo, y que al polvo regresarás). Popularizándose la frase en “Polvo somos, del polvo venimos y en polvo nos convertiremos” y es ese “del polvo venimos” el cual se transforma en sinónimo de acto sexual.
Pero el argumento del Profesor Laguna sobre la nula aparición del término, anterior a la publicación del diccionario de Luis Besset, pierde fundamento tal y como le indican a través de un comentario, apareciendo repetidamente en la obra de teatro de 40 páginas que fue escrita en 1874 y titulada como Don Juan Notorio: burdel en cinco actos y 2000 escándalos escrita por un tal Ambrosio el de la Carabina y en la que el autor la utiliza tanto la expresión como la palabra polvo como sinónimo de coito.