Buenos días amigos. Aprovechando lo que he encontrado por mi perfil de Facebook y que esta es mi entrada #350 en la web desde que la reabrí, me gustaría contar algo que puedo meter en la categoría «Mi vida».
Todo el mundo tiene en su vida épocas de todo tipo. Épocas buenas, épocas malas, épocas brutalmente buenas y épocas brutalmente malas.
Bien, pues estaba echando un ojo a mis fotos de Facebook cuando de repente me he topado con una foto que me ha llamado la atención por dónde estaba hecha y por su descripción.
En esta entrada voy a poner dos simples fotos, pero lo «gordo» es lo que no se ve en ellas, porque esto gordo de lo que os hablo es lo que pasó en el tiempo entre las dos fotos.
La última foto que hice antes del «día DÁ» es justamente del día anterior a este, y es de cuando el 17 de agosto de 2012 me encontraba comiendo en la plaza del Torico de Teruel con cierta persona cuyo nombre no voy a mencionar (a pesar de que muchos ya sabrán de quien se trata):
AQUÍ, Y EN EL TIEMPO QUE TRANSCURRE ENTRE LAS DOS FOTOS, FUE CUANDO PASÉ LOS PEORES MOMENTOS DE MI VIDA (A PESAR DE NO RECORDAR ABSOLUTAMENTE NADA DESDE EL DÍA ANTERIOR HASTA UNOS POCOS DÍAS ANTES DE LA SIGUIENTE FOTO):
Y la foto que veis sobre estas líneas, es la primera foto que subí a mi perfil de Facebook después de todo lo que estuve «viviendo» en el hospital Virgen de la salud de Toledo. La foto en cuestión data del 24 de noviembre de 2012 y está tomada en Móstoles. Fue un día que por fin (y tras muchísimo tiempo sin a penas ver la luz solar, y muchísimo menos sentirla) salí a dar un «paseillo» en un parque de esta ciudad (por supuesto iba acompañado y ayudado de un par de muletas que no aparecen en la foto porque quería mostrar de alguna forma que estaba más o menos recuperado aunque en realidad no lo estuviera).
Me gustaría comentar aquí y ahora mismo muchas cosas que llegaron a mis oídos sobre todo el tiempo que estuve ingresado en Toledo, pero me temo que no viene a cuento poner todo eso aquí públicamente. Aunque pensándolo mejor voy a poner una sola cosa que me llegó a los oídos al poco tiempo de salir del hospital y que sinceramente me llamó muchísimo la atención, y más viniendo de quien venía. En muy pocas palabras, esa persona (cuyo nombre ni se me va a ocurrir desvelar) me dijo (con otras palabras) que me había inventado todo y que sólo quería y me gustaba dar pena (y esto último me lo dijo tal cual, cuando yo era, soy, y siempre he sido la persona más alegre y que menos «pena le gusta dar»).
Así que aunque ya lo haya comentado muchas veces, si tuviese que agradecer todo lo que han hecho por mi y cómo me he sentido yo gracias a esas personas, creo que ellas ya saben quien son, y no son precisamente las que yo creí que lo serían sin ninguna duda desde el primer momento, incluso jamás hubiese imaginado que si pasase algo así, iban a ser las primeras en «huir».